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Descubre cómo las heridas de la infancia están afectando tu vida adulta

Actualizado: 17 may 2023

¿Sabes identificar cuando tus emociones y reacciones vienen de tu niño o niña herida? Todos las tenemos, pero pocos las reconocemos cuando aparecen en nuestro día a día.

"Nuestras primeras experiencias de vida se convierten en prototipo de todas las conexiones que posteriormente mantendremos con las demás personas; así como la percepción más íntima de nosotros mismos se creará a partir de los intercambios que mantenemos con nuestros cuidadores" - John Bowlby


El concepto heridas de la infancia se ha referido popularmente como las vivencias difíciles con las que crecimos y el impacto que tuvieron en nosotros, sobre todo al ver cómo repercuten en nuestra vida adulta y nuestras relaciones. En psicotraumatología a las heridas de la infancia se les conoce como traumas a partir de Experiencias Adversas en la Infancia (ACE en inglés).


Las ACEs son aquellas experiencias que ningún niño, niña o adolescente debería vivir, ya que limitan el adecuado desarrollo biológico, psicológico, emocional y social. Estas experiencias pueden ser de abuso, de negligencia o de disfunción en el entorno familiar.

Identifica las ACEs

Algunas de éstas son más fáciles de reconocer que otras, pues eventos como la negligencia es posible que se hayan normalizado y nos pasen desapercibidas:

  • Abuso físico: recibir golpes, pellizcos, patadas, quemaduras, etc.

  • Abuso emocional: ser humillado, insultado, menospreciado, amenazado, víctima de bullying en casa, vecindario o escuela

  • Abuso sexual: tanto por alguien conocido o desconocido

  • Negligencia física: no haber tenido cuidados durante enfermedades o lesiones, o no haber tenido satisfechas las necesidades fisiológicas de alimento, ropa y vivienda

  • Negligencia emocional: ser abandonado, rechazado; no sentirse escuchado, mirado, comprendido, querido, valorado, cuidado y conectado en mente y corazón con las figuras de cuidado

  • Entorno familiar disfuncional: padre/s que abusaban de sustancias, que padecían alguna enfermedad mental (ansiedad, depresión, bipolaridad, trastornos de personalidad, esquizofrenia, suicidio), que eran incapaces de brindar atención y seguridad a su hijx; padre/s violentos que abusaban físicamente uno del otro o de alguien más; padre/s que han sido encarcelados; divorcio de los padres; ser separado de los cuidadores por su incapacidad de crianza y ser institucionalizados en casas de asistencia social (orfanatos) etc.

Igualmente existen eventos altamente estresantes como un accidente severo o que atente contra la vida, padecer una enfermedad seria, muerte de alguno de los cuidadores, etc. Y también los relacionados a entornos socioeconómicos, políticos y climáticos de riesgo en tu comunidad (violencia y discriminación, pobreza, guerra, migración por peligros políticos y sociales, desastres naturales).


Ahora, estas experiencias en la infancia por sí mismas son adversas y potencialmente traumáticas, sin embargo, es primordial que cualquier niño, niña o adolescente tenga una figura de cuidado física y emocionalmente segura de quien recibir apoyo, pues esto protegerá al niño/a de desarrollar trauma. ¿Y cómo es una figura de cuidado segura? Es aquella que es capaz de sintonizar y empatizar con el niño/niña, comprenderlo, sentirlo, validarlo, protegerlo, estimarlo, atenderlo y cuidarlo física y emocionalmente de forma regular, consistente, predecible.


Todas estas cualidades en el vínculo brindará fortalezas al niño o la niña, con ellas podrá enfrentar retos, adaptarse a cambios, pedir ayuda cuando lo necesite, expresar sanamente sus emociones. Esto es igual a protección contra el trauma y con ello las enfermedades mentales y físicas al crecer y en la adultez.


¿Cómo afecta a una persona haber vivido alguna/s de estas experiencias adversas en la infancia?

"Las raíces de la resiliencia deben buscarse en la sensación de ser comprendidos y de existir en la mente y en el corazón de otra persona amada, sintonizada y dueña de sí misma" - Diana Fosha


Si nos damos cuenta, tristemente gran parte de las ACEs se desarrollan en el seno familiar. Cuando no crecemos en un entorno seguro física y/o emocionalmente con nuestros cuidadores, el trauma produce efectos directos, particularmente en estas 3 áreas:

  1. La regulación del cuerpo: estas experiencias se viven como un peligro para la supervivencia y el cuerpo, al experimentar estrés constante, aprende a desconectarse de sí mismo y/o a mostrar síntomas intensos de estrés

  2. El concepto de uno mismo: se pueden instalar sentimientos como culpa, vergüenza, odio hacia uno mismo, desconfianza de quienes somos, nuestras capacidades, nuestro valor, importancia y merecimiento de amor, entre tantas otras cosas

  3. Las relaciones sociales: se vuelve difícil confiar en otros y tener vínculos genuinos de apoyo y seguridad

Por supuesto, dependerá de las experiencias y el qué pasó después de ese o esos eventos lo que determinará la profundidad de la herida y sus secuelas en la adultez, al igual que si tuvimos el acompañamiento de una figura empática y sintonizada con nosotros para ayudarnos a atravesar la situación: de ahí la importancia de la prevención.


¿Qué activa un trauma?

Por lo general, se detona o activa la respuesta del trauma cuando percibimos o tememos que:

  • nos puedan rechazar - buscamos la aprobación de quienes son importantes para nosotros, nos responsabilizamos de lo que sienten; somos muy complacientes, etc.

  • nos puedan abandonar - nos culpamos si otras personas se alejan de nosotros

  • nos puedan ridiculizar o humillar - solemos experimentar vergüenza y la sensación de estar defectuosos

  • nos puedan traicionar - nos mostramos desconfiados; nos cuesta hacer lazos fuertes de amistad; nos alejamos ante la mínima sospecha de traición; somos poco tolerantes

  • se cometan injusticias - somos especialmente sensibles a injusticias tanto si estamos involucrados directamente, como si no

  • no ser suficientes, importantes, valiosos, queridos - somos hipercríticos con nosotros mismos, tenemos estándares inalcanzables y poco realistas que nos llevan a la frustración

  • no poder afrontar la vida y sus retos - nos sentimos indefensos, con poca tolerancia a la frustración; tendemos a depender de otros para solucionar problemas, nos percibimos como incompetentes, inútiles, fracasados

  • no tener el control - sentimos mucha ansiedad, enojo intenso cuando otros no hacen lo que nosotros quisiéramos, o bien si no podemos tener certeza de que algo va o no va a ocurrir; nos alarmamos muchísimo si cosas desafiantes ocurren

El camino para sanar te lo guían tus emociones y sensaciones en tu cuerpo


¿Por dónde empezar? Presta atención a las situaciones que te detonan emociones y reacciones fuertes, disfuncionales, impulsivas, que te paralizan o te ponen a la defensiva, al ataque. Es probable que surjan de las heridas del trauma: reconocerlas es el primer paso para sanarlas.


Los detonadores te indican dónde se encuentra lo que hay que sanar. Pero en el proceso, hay que aprender a sentir y tolerar el malestar, los dolores e incomodidades corporales, y conectar con el cuerpo en lugar de querer huír de él. Acércate a prácticas como mindfulness o yoga para empezar gradualmente. Hacernos amigos del cuerpo te acerca a tener una mejor relación afectiva contigo mismo.


En conclusión, los traumas son esas huellas profundas que nos dejan algunas experiencias difíciles y que impactan de forma significativa en nuestra vida: desde cómo se siente habitar nuestro cuerpo, cómo lo atendemos y lo cuidamos, cómo sentimos y regulamos nuestras emociones, cómo pensamos acerca de nosotros mismos, y también cómo nos relacionamos con otros, qué tanto confiamos y generamos vínculos significativos. Todo esto se puede llegar a describir como una inseguridad y desconfianza que surgen de muy dentro de nosotros.


Recuerda, no estás solo/a. No tienes que atravesar estas dificultades solo/a. Mereces sanar tu historia para sentirte confiado/a, auténtico/a, en calma, conectado/a contigo y con otros. ¿Quién no desea sentirse así?


Mtra. Marcela Alejandra Salazar Cavazos

Psicoterapeuta racional emotivo conductual

Terapeuta informada en trauma

Especialista en neuropsicología clínica


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